IBIRICO, UN POETA QUE DEJA LAS PUERTAS ABIERTAS

 

A mi amigo Ibirico empecé a conocerle cuando recibí una foto suya que en nada se parecía a la imagen que me había hecho de su persona, y esto sucedía después de varios años de intensa relación epistolar. Después supe que el espíritu de Nel Amaro había estado presente y empecé a comprender la doble personalidad del autor.

       Unos años después, tuve noticias de que estaba desarrollando una serie de actividades poéticas-subversivas en cadenas de hoteles internacionales. Pasado un tiempo, después de una visita personal a su casa-estudio de Calalberche (Toledo), decidimos fundar el colectivo: IBIRICO-B30 & REGLERO-E20 (A-2)

Las acciones del colectivo fueron mucho más estructuradas y los objetivos más ambiciosos. Dentro de una mezcla dadaísta-fluxus-situacionista, estas acciones tenían un cierto carácter romántico, aunque su objetivo último fuera llamar la atención de los organismos internacionales en aspectos relacionados con el consumo descontrolado y la prepotencia de las grandes multinacionales con respecto a los países del tercer mundo.

    Para cumplir estos objetivos dividimos el trabajo en una doble vertiente; mientras que Ibirico se hacía cargo de los vuelos internacionales y las visitas personales a las grandes cadenas hoteleras, mi participación, mucho menos comprometida, consistiría en establecer una logística de las actuaciones y la difusión masiva de las mismas.

      En una tercera fase de profundización personal en el personaje, una vez que lo tuve ubicado en su faceta de activista mail-artístico y de accionista comprometido, en un nuevo encuentro, durante las jornadas del OVUM10 TDS de Tarragona, descubrí que Ibirico es una figura poética en sí misma. Tanto en lo que respecta a su aspecto humano como en su faceta metafórica.

       Es por ello que a la hora de valorar su poesía visual, hay que tener en cuenta esta dimensión pues, de alguna forma, su mundo no es terrenal y, aunque muchas veces convierte lo material en alquímico y lo inmaterial en tangible, su poética la tenemos que traducir en clave interna. En ocasiones toma como punto de referencia el periódico. Elemento cotidiano que nos ramifica con la tierra de una manera, muchas veces, mediatizada por subjetividades e intereses ocultos. Descodificar estos códigos de las mass media es un trabajo arduo, complejo y delicado, pero nuestro autor ha querido emprender esta tarea desde la poética de la imagen, entroncando una vez más la realidad cercana con aquella otra que, sin ser tangible, es, en sí misma, esencial y necesaria.

      Lo que equivale a decir que nos vamos a encontrar con una poética visiva, de una gran belleza plástica pero, sobre todo, que va a reflejar una mente cuyas neuronas salen muchas veces disparadas en mil direcciones diferentes y, en otras ocasiones, en su faceta más sintética, cuando trata de poner las cosas en su sitio y hacer justicia poética a su manera, siempre deja elementos cuya interpretación resulta, unas veces enigmática y, en otras ocasiones, paradigmática de una interpretación interior siempre peculiar y sorprendente.

    Tuve ocasión de escribir en la revista de arte experimental Heterogénesis un artículo cuyo título era: La poesía visual o la dificultad de las definiciones. Y en principio tengo la sensación de que, en vez de un inconveniente, la indefinición de la PV viene a ser una ventaja que le permite moverse como pez en el agua en el terreno del mestizaje creativo y le ofrece una plataforma inmejorable para integrar todas las artes. De hecho, esta es una realidad palpable, puesto que partiendo de la poesía experimental, hemos desembocado en la poesía visual, pasando por el poema proceso, cibernético, procesual y escénico, (léase polipoesía, poesía fonética o video poema escenificado).

    Otra definición conceptual que pude desarrollar en este artículo hacía referencia a la oportunidad  que ofrece esta disciplina de hacer partícipe al receptor de la posibilidad de recrear el poema y hacerlo suyo conformando nuevas interpretaciones y una perspectiva diferente a la del propio autor. Este punto lo he desarrollado en diferentes foros y por poner un ejemplo gráfico, he hablado de la riqueza que ofrece un poema contemplado por un centenar de espectadores que pueden ofrecer cien interpretaciones diferentes del mismo. Y esto, que en principio, constituiría un atentado a la idea original del creador, para mí es una virtud que enriquece el poema hasta límites insospechados.

      En este aspecto, los poemas de Ibiríco se constituyen en sí mismos, en abanderados de la estimulación en mente ajena, de la práctica participativa del receptor, pues abren diferentes frentes semánticos y ofrecen elementos interpretativos suficientes para que sea este el que finalice la lectura del mismo. La sensación que tengo es que nuestro autor trata de enviar mensajes poéticos a los demás, pero también a sí mismo, dejando la apertura suficiente en el poema, como para que este pueda ser reinterpretado, sin menoscabo de atentar contra la pureza del mismo.

                                César Reglero  Roda de Bará (Mayo 2011)