No resulta extraño que Ibirico como artista multidisciplinar que es, nos muestre en esta ocasión, una exposición cargada de diversidad en sus formatos. Tampoco es casual que el nexo de unión de todas estas obras sea un motivo traído desde una de las más atávicas formas de expresión, los tótems. Los tótems han servido como vehículo para atribuir algún significado espiritual o sobrenatural a objetos, animales y seres vivos. Ibirico va más allá de la representación clásica y nos lleva al terreno de las manifestaciones y fenómenos naturales del mundo que nos rodea. Con su mirada conceptual, deja a la interpretación de quien observa sus obras lo que desde la más profunda introspección, Ibirico crea para cada una de ellas. Los colores a veces fuertes y agresivos se convierten en un relato que cuenta la vida que surge de cada paisaje descrito en el tótem... y una vez más, los laberintos, forman parte de la escena que refleja la esencia metafísica de lo totémico. Una tras otra, sus obras nos llevan a imaginar una salida para los dédalos que Ibirico nos propone. Ser capaces de escapar o quedarse es una elección del observador. Lo que es cierto es que esta exposición, cargada de vitalidad y simbolismo nos invita a llenarnos de energía y beber mucho.
A. Herrero